Patología en niños: Hidrocele
Un Hidrocele o Quiste de Agua es una patología que se puede detectar desde el nacimiento y es de rara aparición después de los 5 años.
La enfermedad de Hidrocele se debe al líquido acumulado en el Escroto en relación al Testículo.
En el feto, al tercer mes de gestación comienza la prolongación de la cavidad peritoneal por el futuro canal inguinal, llegando hasta las eminencias genitales (lo que será el Escroto o labios mayores), formando el Conducto Peritoneo Vaginal (CPV). Al séptimo mes, empieza la segunda fase de descenso testicular, en la que los Testículos emprenden su paso por el canal inguinal, guiados por el Gubernáculo. Este proceso se completa antes del Parto, una vez que se incorpora el Testículo a la porción final del CPV y en ese momento se da inicio al cierre del conducto, descendiendo antes el Testículo del lado izquierdo.
Durante el proceso de cierre del conducto pueden existir irregularidades que afecten la continuidad del Conducto Peritoneo Vaginal dejando un CPV Persistente (CPVP). Este proceso podría no tener ninguna manifestación clínica (20% de autopsias de adulto) pero también puede generar:
- Hidrocele Comunicante: comunicación que sólo permita el paso de líquido peritoneal
- Hernia: comunicación amplia con capacidad para que pasen las vísceras u otras estructuras
- Quiste de Cordón: cierre de forma incompleta, dejando una cavidad en la mitad del trayecto
- Hidrocele no Comunicante: dejar una cavidad con líquido al final del CPV junto con el Testículo
En los Hidroceles con manifestación clínica se aprecia un aumento de volumen a nivel Inguino-Escrotal, que en el caso de los no comunicantes no sufre gran variación de tamaño. Por su parte, los de tipo comunicante presentan variaciones dentro del mismo día, menores al momento de despertar, pero en la medida que el niño se mueve y aumenta su presión abdominal, también incrementa el líquido en el Escroto, alcanzando su máximo al final del día, para luego volver a reabsorberse durante la noche.
Otro elemento clínico es que el Hidrocele presenta transiluminación positiva al poner una linterna bajo el Escroto en una pieza oscura. El problema es que, en ocasiones es indistinguible de una Hernia Inguinal, por lo que esta prueba no es categórica para el diagnóstico.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico es básicamente clínico y realizado por el Urólogo Pediatra o Cirujano Infantil, sin embargo, existen algunos casos en los que su detección no es tan sencilla pudiendo confundirse con una Hernia Inguinal, Varicocele o Tumor Testicular.
Para algunos niños el método de elección es la Ecografía Inguino-Escrotal, que es capaz de pesquisar el CPVP y/o distinguir otras posibles causas del aumento de volumen.
La gran mayoría de los Hidroceles se resuelven espontáneamente en los primeros 12-18 meses de vida, debido al cierre del CPV, pero deben ser controlados de manera periódica para estar atentos ante cualquier cambio que ocurra, ya que podrían convertirse en una Hernia Inguinal.
Requieren tratamiento quirúrgico aquellos que:
- Presenten variaciones clínicas como aumento de volumen, dolor o molestias
- Niños mayores de 18 meses donde el CPV no haya cerrado
- Menores de 1 año en los que exista riesgo de Hernia Inguinal
Es importante recalcar que nunca se debe puncionar un Hidrocele, ya que se va a reproducir y además existe el peligro de puncionar un asa intestinal, en caso que se trate de una Hernia Inguinal, lo que complicaría la situación.
Las complicaciones de la cirugía son escasas, pero pueden incluir:
- Hidrocele Residual (que se reproduzca). Si sucede esto, se debe resolver naturalmente en la mayoría de los casos, sino hay que reoperar
- Hematoma Escrotal
- Alteración del Conducto Deferente
- Infección o sangrado de la herida